LEYENDAS DE MI QUERIDA AREQUIPA






LO DESCONOCIDO DE LA CATEDRAL



Entre sus templos, el de mayor número de cosas a destacar, es sin duda su catedral.


"La iglesia mayor de Arequipa no está sujeta a orden arquitectónico riguroso; sino que es obra de inspiración y de inexperiencia artística. Su hermosura es de conjunto; examinándola detalladamente se le encuentra muchos defectos; no obstante su característica dominante es la de grandeza" (1).


Cuenta una leyenda que los planos originales para la erección de esta obra estaban destinados para otra ciudad más importante; pero que por un error, de parte de los responsables que enviaron los planos desde España, se confundieron los mismos y se empezó a construir en Arequipa lo que tenía que ser para una ciudad de México; y decimos empezó, pues la idea original era que la construcción ocupara todo lo que hoy es la manzana entre la Catedral y la calle Moral.


El arquitecto que construyó este templo, de nombre Lucas Poblete natural, de Arequipa, era hombre de poca ilustración; no obstante tenía gran talento artístico y era aún mejor conocedor del sillar. Al respecto de su persona se conoce una anécdota que describe su desprendimiento. Esto fue en junio de 1868, cuando se colocaron los dos medallones alegóricos bajo sus torres. Este trabajo fue mandado a realizar por el nombrado Poblete, años después de que se edificara la Catedral, y quedó impago; por lo que el constructor recibió una carta que le pedía saber cuánto cobraría por dicho trabajo, a lo que este respondió con otra misiva que, sabiendo que no había fondos destinados para este asunto, se le permitiera no aceptar ninguna retribución al respecto; exceptuando lo que cobrara el herrero por los pernos (2).


Con respecto al número cuatro, consignado con cuatro barras, en el reloj de fabricación inglesa adquirido en 1854, que exhibe una de las torres de la catedral, muchos han dado por cierto que se trataría de un error de fabricación; puesto que el número cuatro en romano, es una ( I ) y una ( V ); pero la explicación real a esto, es que esta forma de numerar fue a propósito; puesto que antiguamente la gente confundía el cuatro en romanos, por el seis que es a la inversa, por lo que se adoptó esta alternativa para evitar percances con la hora. Así se explica también que otros relojes similares, en otras partes del mundo, muestren la misma característica.


Que la construcción del templo es fuerte, se comprobó en el terremoto del 13 de agosto de 1868, el cual a pesar de los ocho minutos que duró -según afirma el diario "La Bolsa" de aquella época-, apenas si pudo traer abajo un tercio de sus torres y abrir una grieta en una de sus bóvedas.


Originalmente la tradición de antaño era la de enterrar a los muertos alrededor de los templos, y esto fue así en el caso de la iglesia mayor; asimismo los restos de personajes ligados al clero o, simplemente, gente importante eran depositados en el interior de la misma. Según dicen algunas leyendas, los restos del fundador de Arequipa, Don Garcí Manuel de Carbajal, podrían estar enterrados -como fue el caso de Pizarro en Lima-, en el interior de la Catedral; puesto que dichos restos nunca se supo donde fueron depositados después de su muerte.


Se especula de la existencia de una larga galería subterránea que, según algunas versiones, partiría de la Catedral hasta la iglesia de La Compañía; además, de comunicarse a otros templos cercanos y que inclusive desembocaría al monasterio de Santa Catalina. Al respecto, se afirma también que una de las entradas a dicho subterráneo, estaría debajo del altar mayor, según Mariano A. Cateriano, que dice: "La bóveda subterránea de figura circular, donde reposaban las cenizas de los obispos que morían, hallábase también debajo del presbiterio y tenía su entrada por el costado derecho" (El cielo de Arequipa convertido en suelo).


"Con respecto al púlpito, vale acotar que dicha obra fue mandada a construir en los talleres de Buisine-Rigot, en Lille (Francia). La obra fue concluida en algo más de un año. Lo curioso del caso es que el púlpito estuvo listo para traerse a nuestra ciudad el año de 1879, cuando ya habían llegado a Francia las noticias de la guerra con Chile. No se entiende cómo -cosas del diablo decían los antiguos-, en medio de una violenta guerra, y con los puertos peruanos bloqueados, a finales de dicho año llegó el magnífico mueble: ¿No sería que el demonio del púlpito se dio maña para librar todas las trabas que levantaba el infierno de la guerra? ¿Quién sabe? Lo cierto es que el 16 de diciembre de ese año, una docena de artesanos arequipeños ensamblaron las doce partes con las que fue construido el hermoso mueble" (3).


Otras obras tan valiosas y artísticas como el mismo diablo del púlpito, son los doce apóstoles que hacen fila a lo largo de la nave central del templo y, una cosa curiosa, es que dichos apóstoles que dan a pensar ser de piedra, están tallados en madera y pintados asemejando el mármol. Estas estatuas fueron adquiridas en Génova, y dado que se ha perdido la técnica de su fabricación (puesto que se trata de tallas en madera hueca) su valor, como obra de arte, es incalculable.


Quién no ha oído alguna vez la famosa expresión: "¿Quién hizo la maravilla? ¡La hizo Moratilla!" Pues esto se debe a que Don Juan Sebastián de Goyeneche, dotó a nuestra Catedral de una bellísima y aún más valiosa Custodia, que fue mandada a hacer en España; en los talleres de Francisco de Moratilla, en 1850. Esta reliquia fue trabajada en filigrana de oro, adornada con enorme cantidad de piedras preciosas. En la base ostenta la figura de los cuatro evangelistas. Esta obra mereció muchos elogios, pero especialmente los de la reina Isabel II, y de allí el estribillo: ¿Quién hizo la maravilla? (4).


Con respecto al órgano, éste fue traído de Bélgica en 1854, y era tan grande que, para que pudiera entrar en su lugar, fue necesario doblegarle la coronación a pesar de la gran altura del templo. De dicho órgano se dice, que fue en su momento el segundo más grande de Sudamérica. Fue construido por Francois Bernard Loret, quien hizo dos idénticos; su gemelo se encuentra en la ciudad de Hamburgo, en Alemania.


Cuenta una leyenda, que mientras un sacerdote oficiaba una misa dentro de la iglesia mayor, y quizás desmotivado por los años que tenía en el oficio, en el momento de la conversión del vino en la sangre de Cristo, y no teniendo la fe necesaria de que esto realmente pudiera suceder, de pronto del cáliz que tenía en sus manos empezó a emanar gran cantidad de sangre que manchó las telas que cubrían el altar. Se dice que las mismas son guardadas dentro de la iglesia.







LA SIRENA DE PUENTE FIERRO


Este largo puente con estructura de fierro fue una obra de Eiffel, además nuestro puente es el más largo de Sur América, cuenta la leyenda que existe una sirena debajo de este puente, esta la hija de la sirena que vive en el puente Bolognesi, en este puente, pegado al risco hay una piedra grande donde vive esta sirena.



A esta gran piedra la denominaran Machiruna, esta piedra es la puerta de ingreso al rio subterráneo que hay detrás del río Chili. Allí empieza la casa de la sirena, la piedra está amarrada en la parte de abajo por la fuerza de todos los brazos de los hombres que han desaparecido.
Este río subterráneo se comunica con la casa de su madre, que une en el puente Bolognesi, cuando se reúnen hacen grandes fiestas, esta sirena sale a lavar sus vajillas entre las seis y siete de la tarde, los que iban al río a esas horas desaparecían la sirena los encantaba.




El castigo de estos hombres que desaparecían, era que veían a la sirena sentada sobre una piedra mostrando coquetamente su cuerpo delgado, su larga cabellera y su cola de pez con escamas de siete colores, los hombres al mirar se quedaban encantados y caminaban hacia ella y de pronto escuchaban bellas melodías que salían de las vibraciones del agua y ahí quedaban atrapados. La sirena cogía la varita mágica y movía la piedra Machiruna y en ese instante el hombre desaparecía entre las aguas y nunca más se los volvía a ver.






LA CASA ENCANTADA DE YANAHUARA



Corría el año de 1666, y hasta la villa de Yanahuara llegó para establecerse un noble español a ejercer la función de encomendador. Este se casó con una dama que rebosaba de atributos por su extraordinaria belleza. Transcurrido el tiempo surgió una relación amorosa entre un criado de la casa y la bellísima mujer. Tras uno de sus viajes el español logró descubrir esta infidelidad, y sometió a ambos a una serie de torturas que culminó en la muerte cruel de los amantes. Cuenta la historia que tal era el odio y el desconsuelo del español, que los enterró, aún con vida, tapiando una de las paredes de la casona donde vivían. Es a raíz de este acontecimiento que la casona ubicada a corta distancia de la iglesia de Yanahuara, cobra fama por sucesos extraños, tales como: estrépito de cadenas, campanas que sonaban solas, ladridos angustiantes de perros y siluetas fantasmales, que noche a noche se dejaban sentir. "La casa encantada", como fue llamada luego, cambió de dueños constantemente, debido a que nadie soportaba mucho tiempo de permanencia dentro de la misma.


EL FRAILE SIN CABEZA



Una leyenda de Arequipa del siglo XIX, nos cuenta sobre el diabólico andar del "Fraile sin cabeza". Un alma en pena, a veces gravitante, que se sabía, por toda la ciudad, recorría de lado a lado el callejón de la Catedral y siempre al amparo de las doce campanadas que dejaba oír el reloj de la torre. El espectro, decían quienes habían tenido el valor o la mala fortuna de encontrárselo, se mostraba ataviado con un viejo hábito franciscano y en cuyo interior del alargado capuchón que debía cubrirle la cabeza, sólo se podía entrever una profunda oquedad, una sombra provocada por el vacío. La leyenda -o por lo menos una de las dos versiones de la misma-, cuenta que el espectral personaje había sido decapitado por el hijo de un noble español, quien por un desacuerdo intrascendente, había reñido con el fraile y en medio del calor de la desigual contienda, la cabeza de éste último había sido cortada de tajo; a causa del fuerte golpe que le propinó el hijo del noble con la espada. El lamentable acontecimiento había ocurrido en el callejón de la Catedral, del lado que antiguamente daba a la "Casa Forga". Se cuenta además que el religioso había sido enterrado sin su respectiva cabeza, pues al momento de la decapitación, un perro la había mordido y llevado a esconder en algún recoveco de los alrededores. Era por esto, refieren los abuelos, que el fraile andaba vagando en busca eterna de su cabeza. Tal vez la modernidad, al parecer, aplacó su constante deambular; o quizá finalmente encontró lo que tanto andaba buscando.






 
LA MISA DEL OTRO MUNDO
Una leyenda cuenta la penosa historia de un joven que, habiendo quedado dormido sobre una banca dentro de la fría iglesia de Santo Domingo, de pronto al despertar se vio prisionero de la oscuridad del lugar, siendo testigo, sin quererlo, de la fantasmagórica aparición del famoso fraile sin cabeza, quien después de encender unas velas, le pidió al muchacho que se acercara hacia el altar; que su única intención era la de celebrar una misa y que para esto requería de alguien que fuera su oyente. Aún con todo el espanto que sentía el muchacho, no le quedó sino presenciar tan insólita ceremonia y atenerse a las circunstancias. Por fin, una vez celebrada la misa, se apagaron inesperadamente las velas y el joven en su desesperación trató de huir cual entidad etérea se tratase, consiguiendo por su imprudencia romperse la cabeza contra una dura puerta, para caer finalmente sin sentido en las frías lozas del templo.




LA MANO DE LA CONDENADA



Una leyenda nos cuenta sobre una muchacha condenada, que después de tres días de haber sido sepultada en el cementerio, inició su espantosa labor de mostrar, de vez en vez, una de sus pálidas manos por sobre la tierra; como si quisiera agarrar o asirse de algo o de alguien. Fue en este afán que el sepulturero del lugar se percató, no sin llevarse menudo susto primero, del inusual acontecimiento, y fue a dar aviso al cura del pueblo, para que éste pusiera fin o santo remedio a tal género de situaciones de ultratumba. Cuando el curita, al ir al cementerio, confirmó el suceso, sin quererlo fue víctima de la mano que cogió fuertemente uno de sus pies; lo que lo llevó, desesperadamente, a defenderse de los terribles jalones y arañazos de la condenada; esto gracias a la ayuda de un látigo que había tenido a bien llevar. Una vez resuelto el impasse, no tuvo mejor idea que acercarse a la casa de la madre de la muchacha, y preguntarle cómo había sido la susodicha en vida. Al saber el cura sobre los acostumbrados maltratos que durante dieciocho años tuvo por costumbre recibir la madre, resolvió con el consiguiente permiso de los familiares desenterrar el cuerpo de la condenada -esto con ayuda del sepulturero-, y volverlo a meter en la fosa; pero esta vez boca abajo, para que molestara sólo a las almas del infierno.


















EL HIJO DEL MISTI



Cuando era niño, siempre escuché hablar a mi padre del hijo del Misti -un pequeño volcancito, remedo del Misti, que veíamos claramente cuando recorríamos la ciudad camino al aeropuerto-, el cual había sido encadenado, para que no pudiera crecer y hacer daño. Por supuesto años más tarde -ya adulto-, pensé que esta historia era sólo parte de las leyendas de la ciudad; no obstante y al parecer todo esto, tenía mucho de cierto, pues según se desprende de un artículo periodístico del diario El Pueblo (1997), se refiere la historia de un tal padre Sanhuesa, de quien la tradición dice que hizo también una ascensión al Misti, y enderezó la cruz que encontró caída. Se cuenta que por temor a que el hijo fuera, en unos años, peor que el padre, los arequipeños le pidieron al personaje mencionado, que hiciera algo por detener el crecimiento del pequeño volcán. Nadie lo creería; pero así lo hizo el sacerdote, quien mandó a construir unos enormes "zunchos" de fierro y con ellos ciñó y apretó al enano volcán, de tal suerte que ya no pudo crecer y se quedó sin fuerza para erupcionar. Dicen que así permanece hasta hoy y que si alguien lo duda, haga un viaje de doce leguas al lugar, y lo encontrará más aprisionado que bebé de madre india.















LOS DUENDES AREQUIPEÑOS


"Son los duendes, según afirman nuestras leyendas arequipeñas, pequeños muchachitos resplandecientes o simples niños de menudas proporciones que son invisibles para el adulto impuro; pero visibles para los niños puros o para los animales, que son ingenuos" Otras veces son: viejos, barbados y pequeños que se pasan todas las horas de las que disponen -que son las más-, divirtiéndose con los humanos, a quienes les hacen toda clase de bromas, de las buenas y de las otras. En el primer caso se les ve haciendo piruetas y molinetes circenses, saltos mortales en el aire, delicias de atrapabolas y riéndose a grandes carcajadas. Se esconden bajo las camas, entre las alacenas, tras los muebles más pesados, en las junturas de las puertas, en los callejones oscuros; sustraen las llaves de los candados y los arrojan entre la hierba, anudan las piernas de los pantalones y en algunas oportunidades tocan una flauta o un tamborcillo que, como en el caso de las sirenas, atrapan la voluntad de la gente, dejándose llevar con su magia hasta sus dominios. Cuidan tesoros ocultos por siglos y saben bien dónde encontrar oro. En el segundo caso, son entidades malignas y peligrosas que causan terror a quienes los ven, y a veces hasta la muerte; esto sucede cuando de forma invisible se pegan a nuestras espaldas y no hay luego como desprenderse de ellos, lo que conlleva inevitablemente al fatal desenlace.

Se dice del origen de los duendes que son el de aquellos niños que murieron sin ser bautizados o que son fruto del pecado de sus padres que arrojaron sus fetos a los ríos; los de esta clase son los que moran bajo los manantiales o detrás de las cascadas. Asimismo, se afirma que las mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio y que no dan a luz, orinan duendes. Se dice también que vinieron escondidos dentro de las alforjas de los conquistadores españoles. Adormecen a los hombres soplándoles en el rostro o, al contrario, los reaniman con el mismo acto. Se afirma que sus excrementos son de color amarillo y que cuando caen los primeros rayos del sol se volatilizan. A veces imitan el llanto de los bebés y se les confunde con ellos.

Existen algunas formas de deshacernos de estas maléficas presencias: una es pellizcando la oreja de un niño; esto hace el efecto de que cuando el duende oye el llanto de la criatura, huye o desaparece instantáneamente. Otra forma de prevenir que los niños fallecidos sin el sacramento del bautizo se conviertan en duendes, es la de hacer una señal de la cruz con agua bendita y luego enterrar junto al pequeño, una cruz también bendecida.





LA FANTASMA ATERRADORA

Desde 1830, los habitantes de la ciudad estaban espantados por la presencia de una fantasma que, desde las ocho de la noche -en una época en la que el alumbrado público consistía en algunas velas, colocadas en las entradas de las viviendas-, recorría las calles haciendo sonar sus cadenas. Se trataba de un alma descomunal, vestida con una túnica negra y enorme cucurucho, que la hacía ver aún más aterradora.
El prefecto de aquel entonces, un caballero escéptico en el tema de los espíritus, apellidado La Fuente, ordenó fuera puesta una patrulla nocturna por las calles donde se sabía hacía su aparición la fantasma. En la primera incursión de la patrulla, ésta tuvo la desdicha, de encontrarse cara a cara con la descomunal mujer, quien con poco esfuerzo hizo huir, despavoridos, a los cuatro hombres que conformaban el grupo. Una vez enterado el prefecto del vergonzoso hecho, decidió acudir él mismo, acompañado de un edecán que no conocía el miedo, para capturar a la fantasma que merodeaba por el hospital de San Juan de Dios. Cuando los dos hombres se toparon frente a frente con el descomunal ser -la que esta vez, movía de lado a lado sus herrumbrosas cadenas-, no cedieron ni un paso en sus intentos de capturar al alma en pena que tenían por delante, al contrario, avanzaron decididos a atraparla, y de pronto notaron como, la supuesta fantasma, pasó de agresora a víctima, y empezó a huir con destino al depósito de cadáveres del ya citado hospital, donde finalmente fue descubierta, oculta en la oscuridad del lugar.


Sucedió que se trataba de una dama distinguida que se había hecho pasar por fantasma, pues había sido burlada por un fulano, a quien esperaba por las calles por donde éste último transitaba todas las noches, con el propósito de matarlo; y lograr así su venganza. Para que nadie supiera su identidad, se le había ocurrido lo de hacerse pasar por fantasma.



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